Psicólogos deportivos...

Quiero inagurar este blog comentando una contestación del golfista Lee Westwood, número uno del mundo, en una entrevista realizada por el diario The Sun antes de Navidad. Me acuerdo que estaba trabajando en Hartlepool, estaba en la cocina de la farmacia terminando de comer mientras ojeaba las noticias deportivas del diario, cuando ya para apurar mis cinco últimos minutos de descanso me detengo a leer la entrevista a Lee Westwood. En ella le preguntaban acerca de su exitoso año, de como se sentía tras a ver destronado a Tiger Woods tras 281 semanas como número uno, el éxito de la Ryder Cup por parte del equipo europeo y demás temas relacionados con el golf. La verdad es que la entrevista hubiera pasado totalmente desapercibida por mi si no llega a ser por una respuesta que realmente me sorprendió, me agradó leer y me pareció uno de los razonamientos más aplicables a la vida cotidiana de cada uno.

El periodista le pregunta acerca de los psicólogos deportivos, enfocada la pregunta hacía aquellos golfistas que en situación decisivas o que, directamente, tras haber disputado unas tres jornadas impresionantes, tiran todo el trabajo realizado por la borda en el último dia. Lee Westwood le contesta algo como "a la gente que piensa que tener un mal dia porque con el putt no se está fino o porque el drive no vaya a la distancia ni al lugar, yo les respondó que ser vengan conmigo al hospital infantil de Sheffield durante un dia, y cuando salgan verán lo que realmente es tener un mal dia". Me dejó con la boca abierta, me sorprendió como hacia años que no me sorprendía una respuesta.

Cuando la jornada laboral estaba llegando a su fin, a eso de las 5, sin nada más que hacer sino ver como los minutos se expiran hasta las 5.30, volví a recordar la respuesta y darle vueltas, en resumidas cuentas, lo apliqué a mi vida laboral, porque al fin y al cabo uno no es golfista, pero también tiene "un dia malo" de vez en cuando. Entonces es cuando te das cuenta que eres un privilegiado, porque tus quejas son "hoy ha sido un dia duro con muchas recetas" o "el jefe me ha dicho que tengo que hacer 3 MUR por dia". Porque para empezar, si uno tiene dias duros de trabajo se debe sentir un afortunado, por desgracia en la época que vivimos, el tener trabajo es una bendición y por lo tanto, te quita el derecho a quejarte frente a una gran mayoría de las situaciones complicadas que se te pueden presentar, solo tenemos que mirar los número de las lista del paro para darse cuenta a cuantos de ellos les gustaría tener ese dia tan malo y duro de trabajo.

Si esto lo trasladamos a los deportistas ya no hay color. Son personas realmente bien pagadas, idolatradas y seguidas en el mundo entero. Muchos de ellos, por no decir la gran mayoría de los que se encuentran en la élite, con solo un año trabajado se podrían retirar y vivir comodamente para el resto de su vida, y muchas veces lees cosas como, "psicologicamente estoy hundido por el resultado" o "no cuentan conmigo, no aguanto más esta situación", piensas si las esta diciendo un enfermo terminal tras recibir unos resultados del cáncer en el primero caso, o si en vez de ser un entrenador es un jefe que quiere despedir a alguién y le esta haciendo la vida imposible. Yo creo que a más de uno de ellos deberían acompañar a Lee Westwood al hospital clínico infantil de Sheffield, y darse cuenta lo que es tener un mal dia y ver en que situaciones se require de verdad un psicólogo. Entonces verán como, mientras los que tenemos un trabajo de lo que nos gusta, apenas tenemos situaciones claras para quejarnos, ellos no tienen apenas derecho a quejarse o a afirmar que "psicológicamente no están bien". 

En conclusión, darle la más sincera enhorabuena desde este humilde blog que se publica hoy a Lee Westwood por realmente hacerme ver que cuando uno cree tener un mal dia, lo mejor que puede hacer es pensar que millones de personas se pondrían en mi situación sin pensarlo, y eso que ni soy un deportista de élite, ni jefe de una gran compañia, solo un currante más.

Desde yarm con amor...buenas noches y os quiero.

Alejandro